Más listos que nadie

8 MAYO 2020

Lo llevamos en nuestro ADN. Con la publicación de cada ley, es como si se abriera la veda al ingenio para ver quién encuentra antes el modo más ocurrente para sortearla. Y quien lo halle, obtiene el reconocimiento inmediato del grupo. Se convierte en su Arquímedes particular, que se apresura a propagar orgulloso su descubrimiento entre todos los interesados.

Éstos no lo desprecian, sino todo lo contrario. Reciben felices la brillante idea que les ha proporcionado su avispado amigo para poder trampear, y se suman rápidamente al carro de la imprudencia, sin más reproche, en su caso, que el de no habérseles ocurrido antes a ellos mismos.

La picaresca, para lo bueno y para lo malo, y nos guste más o nos guste menos, está muy arraigada en nuestro carácter. Somos diestros en el manejo de dos de sus principios fundamentales, a saber, el creernos más listos que el otro; y el tener una salida que nos cubra las espaldas. Una excusa, vamos. Algo a lo que agarrarnos para justificar aquello que sabemos a todas luces que hemos hecho mal, pero que hemos hecho, a fin de cuentas, porque nos ha dado la gana. La excusa, empero, resulta absolutamente indispensable. La necesitamos para evitar la vergüenza que habríamos de pasar si alguno, con razón, nos llamase la atención por nuestra actitud. «Lo hace todo el mundo», «Es una exageración», «Por esto no va a pasar nada» son las más elementales, vulgares y repetidas estos días. Pero la cantidad de vericuetos y subterfugios que he oído y estoy viendo utilizar últimamente para torear la regla del llamado «distanciamiento social» o la de salir a pasear una sola vez al día ha sido tremenda. Parecía una pregunta del Un, dos, tres…: «Por veinticinco pesetas cada una, maneras y pretextos para burlar las restricciones que nos imponen para evitar contagios. Por ejemplo…».

Lo malo es que las excusas –todas– perecerán cuando caiga contagiada alguna persona que haya tenido contacto directo o indirecto con alguno de los que se hayan saltado las reglas. Con alguno de los listos, de los que saben más que nadie. Entonces, a éstos les acecharán las dudas y hasta puede que los remordimientos. «Espero que no haya sido por aquel día en que…» –pensarán. Pero claro, cabe que sí que lo haya sido… Y entonces, el Arquímedes de turno, si descubre la relación entre su imprudencia y el contagio, no gritará ¡Eureka! como hizo cuando se le ocurrió la brillante argucia para eludir su responsabilidad.

Y es que no se trata de guardar un as en la manga para poder usarlo si viene la policía a sancionarnos. No se trata de hacer trampas al solitario. Sólo hay que entender esto. Se trata de responsabilidad y de egoísmo y de a cuál queremos dar mayor relevancia.

Los admirados, elogiados y sufridos sanitarios se están echando las manos a la cabeza con lo que están viendo; pero ahora preferimos no escucharlos, preferimos, si eso, cambiar de canal. Ahora ya son un pelín exagerados, ya se pasan. Total, por salir a pasear con uno o varios amigos en lugar de hacerlo solo, por juntarnos unos cuantos manteniendo «más o menos» la distancia de seguridad, por sentarnos un momento en un banco o por pasar corriendo cerca de alguien, no va a pasar nada.

Nos advierten de un probable repunte de casos en julio y de otro en septiembre. Pero nosotros, a lo nuestro. A torear como mejor se nos ocurra las medidas que nos piden que respetemos, a felicitarnos por nuestro ingenio y a contarles orgullosos a nuestros amigos la superidea que se nos ha ocurrido. Porque para algo somos más listos que nadie. Porque para algo sabemos más que nadie.

10 comentarios para "Más listos que nadie"

  1. Ignacio Morillo - 8 mayo, 2020 (11:54 am)

    Brillante!!! Sebas.
    Muy acertado y oportuno para compartir con nuestros hijos.
    Muchas gracias.

    1. Sebas Lorente - 8 mayo, 2020 (12:15 pm)

      Gracias. Pues sí, visto lo visto, sería bueno que lo leyeran cuantos más mejor. Un abrazo.

  2. Chelo - 8 mayo, 2020 (1:09 pm)

    Gracias Sebas, creo que principalmente va dirigido a nosotros que somos los que tenemos que dar ejemplo y a menudo somos los primeros que infringimos las normas.La situación es seria y a veces queremos restarle importancia, somos latinos, suena a excusa pero algo hay.Un abrazo

    1. Sebas Lorente - 8 mayo, 2020 (4:28 pm)

      No va dirigido a nadie y va dirigido a todo el mundo. Nos dejamos vencer, nos dejamos convencer rápidamente cuando nos interesa ser convencidos y encontrar apoyo en otro. Latinos, sí. Como digo en el artículo: para lo bueno y para lo malo. Pero lo malo se puede corregir o, cuando menos, intentarlo. Besos. 🙂

  3. Sílvia - 8 mayo, 2020 (9:17 pm)

    Muy buena reflexión Sebas, no somos capaces de velar por el grupo y salvo que nos toque de cerca no reaccionamos.
    Actitudes muy irresponsables q pueden pasar facturay tienes toda la razón los sanitarios y quienes están al frente no merecen tanta imprudencia!! Ojalá reaccionemos

    1. Sebas Lorente - 8 mayo, 2020 (9:39 pm)

      Ojalá, Silvia, ojalá. Es muy fuerte. Luego, a la hora de quejarnos, seremos los primeros, eso sí. Los que lo habrán hecho mal habrán sido los demás -que no digo que no, ni mucho menos- y la culpa será de todos menos nuestra. No tenemos remedio y lo único que podemos hacer es, al menos, barrer cada uno nuestra pequeña parcela. Pero ni eso… Un beso.

  4. Hacker - 9 mayo, 2020 (6:37 am)

    Encuentro que eres muy benévolo. Una persona que sabe que puede propagar la pandemia por comodidad o chulería, quedándome corta es un terrorista, un delincuente y por supuesto malo, malísimo. Lo pongo en el saco de los violadores de los maltratadores y de los pedófilos.

    1. Sebas Lorente - 9 mayo, 2020 (7:48 am)

      En irresponsabilidad y egoísmo, son equiparables, desde luego. La diferencia está en que los delincuentes que citas comprueban en directo las consecuencias del daño que causan. Los otros, confían, engañándose, en que su acción no cause un daño… pese a que puede ser igualmente mortal. Un saludo.

  5. Carmen - 9 mayo, 2020 (7:20 am)

    Totalmente de acuerdo Sebas. Somos un país de “listillos”. Todos encontraríamos la manera de saltarnos las normas si quisiéramos. Hasta me sorprende que la policía tenga que exponerse al contagio solo para multar o frenar a los insolidarios. Un poquito de conciencia e integridad, por favor! Un beso

    1. Sebas Lorente - 9 mayo, 2020 (7:44 am)

      Así es, Carmen. Yo lo veo como una cuestión de riesgo. Nos «arriesgamos» a que no pase, porque creemos que no pasará. Es un optimismo interesado y falso. Si alguno tuviera la certeza de que ha contadiado a otro y, voy más allá, de que éste ha muerto a causa de ese contagio, se quedaría hecho polvo. Pero se arriesga porque cree (quiere creerse) que eso no pasará. Un beso.

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