estrechar manos

Encantado, muchas gracias ¡cuando quieras!

19 MAYO 2016

Cuando conoces a alguien, te puede causar mejor o peor impresión.

No hace mucho tuve interés en conocer (por separado) a dos personas, ambas encasillables en un mismo perfil profesional. Para ello, les envié un email a cada uno, presentándome y diciéndoles que me gustaría conocerles y quedar un día para tener una charla informal.

El primero de ellos prefirió no contestarme personalmente, sino por medio de su ayudante-socio-gerente-de-su-empresa o lo que sea. De hecho, yo creo que la que me llamó por teléfono presentándose como su socia, era también su mujer. Fue agradable conmigo, si bien desde un principio pude notar su extrañeza por mi iniciativa: ¿Qué quería yo realmente?

Cuando la convencí de que no perseguía nada más allá que conocer a su “socio” y charlar un rato con él, me dijo que ok, que buscarían un hueco en su agenda y que me llamarían para organizar el encuentro.

Jamás volví a saber ni de la persona que quería conocer, ni de su misteriosa socia, pese a haber enviado un par de emails recordatorios, por si acaso se trataba simplemente de un olvido. Pero se veía que no.

La cosa cambió radicalmente con el segundo. Me contestó personalmente apenas cinco o diez minutos después de recibir mi email. Me agradeció la iniciativa y mostró igualmente un interés en conocerme y en encontrarnos. Tenía importantes problemas de agenda y nos remitimos a un mes más adelante. Me dijo que ya se pondría en contacto él conmigo, y así lo hizo al cabo de 3-4 semanas, sin que le hiciera falta recordatorio alguno. En todo momento, se mostró amable, abierto, interesado, cercano, educado y agradecido. Finalmente, concertamos una cita y nos reunimos.

Víctor – que así se llama este último – me enseñó muchas cosas en los apenas 45’ que pudimos compartir. Me enseñó la importancia de la cercanía y de la accesibilidad de las personas, de la naturalidad. Me demostró su predisposición para ayudar a los demás y también su altruismo. Sin duda, Víctor pasó a engrosar mi lista de personas que merecen la pena.

Hubo una cosa que me dijo que me llamó especialmente la atención. Siendo – como es – una persona que goza de un reconocido prestigio, me advirtió del peligro de terminar creyéndote que eres un crack cuando has tenido algún tipo de éxito y cuando los feedback que recibes por algo que hayas hecho sean todos positivos. Las loas, felicitaciones y alabanzas, están muy bien; pero es necesario valorarlas en su justa medida, y también tener claro que son la avanzadilla de un enemigo peligrosísimo para tu persona, que podría estar acechándote: la soberbia.

Desde mi punto de vista, la soberbia es ridícula, incluso cómica; y más cómica resulta cuantos menos motivos tienes para sacarla a relucir. La persona exitosa, cuanto más humilde sea, suele ser también más apreciada por los demás. Y la humildad sincera (que también la hay falsa, y es entonces prima hermana de la soberbia) es una de las mejores cualidades que, a mi juicio, puede tener una persona.

Intenté dos contactos: uno me salió bien y con el otro no tuve éxito. Quizás no entendieran que alguien simplemente quiera charlar con alguien, sin ningún interés oculto añadido; quizás no interesara perder el tiempo con alguien de quien no iban a obtener ningún beneficio; quizás simplemente desconfiaran de un desconocido que “parece que no quiere nada pero que seguro que busca algo, que seguro que quiere algo de mí”. Vamos, que si yo no saco nada, entonces ya no me interesa…

En los dos casos, salí enriquecido: con Víctor, por supuesto; pero también aprendí mucho de quien me ninguneó. Aprendí en materia de accesibilidad personal, positiva y negativa. Aprendí lo absurdo y ridículo que resulta creerte que eres alguien, incluso si alcanzas una cierta autoridad o reconocimiento en algún campo; y aprendí que nunca, nunca, nunca debo caer en ese error, si se llegara a dar el caso. Cuanto más te lo crees, menos lo eres. Es proporcional.

 

12 comentarios para "Encantado, muchas gracias ¡cuando quieras!"

  1. Marivi ARTIACH - 24 mayo, 2016 (7:36 am)

    Sebas, como siempre , tus blogs ,siempre aportan verdad y enseñanza.
    Que gusto encontrar personas como Víctor .

    1. Sebas Lorente - 24 mayo, 2016 (7:44 am)

      Gracias Mariví. La verdad es que sí que es un gusto. Un abrazo!

  2. Viki - 24 mayo, 2016 (8:45 pm)

    Que buen articulo!

    1. Sebas Lorente - 24 mayo, 2016 (9:42 pm)

      Me alegro de que te haya gustado! Gracias 🙂

  3. Maria José Viyuela - 24 mayo, 2016 (10:18 pm)

    Muy acertado. Me hace pensar, lo cual agradezco, por lo que me aporta.

    1. Sebas Lorente - 25 mayo, 2016 (7:24 am)

      Gracias María José. Es un halago para mí. 🙂

  4. Karen - 24 mayo, 2016 (11:35 pm)

    Totalmente de acuerdo , excelente post

    1. Sebas Lorente - 25 mayo, 2016 (7:23 am)

      Gracias Karen. Celebro que te haya gustado! 🙂

  5. Gaby - 25 mayo, 2016 (6:52 pm)

    Me ha gustado mucho tu relato. Es una gran verdad en casi todos los aspectos de la vida. Las personas más sabias son también las más sencillas. A los hijos hay que inculcarles desde pequeños que lo más importante en la vida es ser PERSONA.

    1. Sebas Lorente - 25 mayo, 2016 (7:45 pm)

      Me alegra que te haya gustado, Gaby. Y estoy de acuerdo con lo que dices. Aunque a veces les cuesta creerlo. Gracias por tus palabras. Un saludo! 🙂

  6. Marta - 10 junio, 2016 (7:36 am)

    Muy bueno Sebas!Comparto plenamente este mensaje contigo. La soberbia es parte,entre otras cosas, de la estupidez humana, pero tarde o temprano se aprende de la sencillez y la humildad (claro que algunos pasan de ella y se pierden las relaciones más bonitas)

    1. Sebas Lorente - 10 junio, 2016 (7:42 am)

      Gracias Marta. Veo que pensamos parecido. Coincido contigo sobre todo en lo de que ell@s se lo pierden…! Un saludo! 🙂

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