
Siendo adolescente, una noche unos amigos convinieron –con buen criterio– que ya no procedía que siguiera bebiendo más aquella noche y decidieron llevarme a su casa. Me dejaron tumbado en un sofá –las habitaciones estaban en el piso de arriba y no es que yo colaborase mucho con la marcha, pues apenas me mantenía en… Saber más LA VERGÜENZA DEL AVESTRUZ
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